Una tierra de volcanes y lagunas de colores esconden los secretos de una de las rutas de senderismo más famosas del mundo.
Ir a Tongariro estaba en mi lista desde hace mucho. Había intentado ir dos veces con anterioridad pero por condiciones climáticas me cancelaban la actividad. Pero como bien dice, la tercera es la vencida y así fue, finalmente pude ir a este parque nacional.
Uno de los lugares más particulares que tiene el centro de la Isla Norte es el Parque Natural Tongariro que cuenta con el tramo de senderismo de un día más famoso de Nueva Zelanda y también considerada como una de las diez mejores caminatas del mundo. Además de ser la tierra de Mordor, -si nos trasladamos al mundo del Señor de los Anillos-, es una de las zonas volcánicas más activas del país y al mismo tiempo una de las rutas de senderismo más apetecidas por turistas y locales.
Ubicado en la región de Waikato, a aproximadamente 1 hora y media de la ciudad de Taupo, el Tongariro Alpine Crossing cuenta con casi 20 kilómetros de recorrido. Fue denominado el primer parque Nacional de Nueva Zelanda en 1887 (y cuarto en el mundo entero), por su importancia geográfica, cultural y espiritual para la comunidad Maorí, habitantes primigenios de las dos islas que conforman el país.
El atractivo del parque radica en el impactante aspecto lunar que rodea sus tres volcanes activos: Ruapehu, Ngauruhoe y Tongariro. Es gracias a ellos que la zona de Taupo y Rotorua se caracterizan por ser una de las regiones más geotérmicas del país, concediendo además increíbles paisajes (y algunos olores no tan agradables). Fue aquí donde el cineasta Peter Jackson escenificó el tenebroso mundo de Mordor, siendo Ngauruhoe el volcán que le dio vida al Monte del Destino en la saga del Señor de los Anillos.
El transporte me recogió en el hostal en Taupo a las 5:00 a.m. En la van iba nerviosa, iba a hacer un recorrido largo yo sola y eso me tenía ansiosa. Luego de una hora de camino, llegamos al punto donde es habitual comenzar la ruta, desde Mangatepopo. Llegamos y todavía no se veía la luz del día, la temperatura del lugar era 5º y yo seguía muerta del miedo.
Lo primero que hice antes de empezar el trekking fue intencionar. No solo quería hacer la caminata por hacerla, sino que quería ponerle un propósito, un genuino deseo personal que me ayudara a lograr el objetivo. Así que eso hice. Con la nubes aún dormidas, con los dedos entumecido, con chaqueta puesta con 3 capas debajo, pasamontaña y linterna, a la espera que los picos comenzaran a iluminarse, inicié el recorrido.
La primera etapa de la ruta es bastante tranquila, sin embargo, empiezas sin saber a qué atenerte y tus piernas y pies todavía no están acostumbrados al sube y baja del terreno. La infraestructura del lugar es bastante buena y cuenta con señalización por todo el camino. Aunque el tramo inicia bastante plano, incluye un ligero ascenso hasta las aguas de Soda Springs. Poco después, el sendero va en ascenso de manera mucho más pronunciada, y la vegetación y el terreno cambian notablemente. Avancé durante casi una hora y agradecí cuando el sol por fin me alcanzó y añadió algo de temperatura a mi felicidad helada.
A medida que amanecía y avanzaba en el camino, comencé a notar los cambios en mí misma. Dejé atrás el estrés y la ansiedad y comencé a conectar con mi yo interior. Me encontré disfrutando de las pequeñas cosas, el camino del sendero, las formas de las rocas, el sonido del viento, el sol sobre mi piel, el olor sulfuroso del lugar, la nieve que ya empezaba a cubrir algunos espacios de la montaña y ver pasar a algunos caminantes en solitario, que como yo, buscaban llegar a la meta.
El punto más alto del recorrido está a 1886 m s.l.d. en Red Crater. Desde aquí se puede ver uno de los puntos más fotogénicos del trayecto, Emerald lakes, gracias a las azules lagunas que rodean el lugar. Estas lagunas – que emanan un olor sulfuroso- forman sus llamativos colores de los minerales volcánicos que se desprenden de las rocas que componen sus fondos y alrededores.
En este punto aproveché para tomarme fotos en el lugar, disfrutar de un par de sandwiches que llevaba en mi mochila y contemplar el lugar a mi alrededor.
Tras conseguir reaccionar del hechizo de semejantes vistas, un zigzagueante descenso me esperaba para iniciar la parte final del recorrido. Un trayecto de casi 3 horas en bajada casi interminable que me llevaban a pensar que no lo iba a lograr porque mis botas de senderismo por alguna extraña razón empezaron a generar molestias y ampollas que hicieron que me demoraras más y que sufriera casi cada minuto que faltaba.
Caminé al ritmo que me daban las piernas. Caminé montaña abajo en una caída vertical hasta las faldas de la montaña. Fue un suplicio para mis pies y también para mis rodillas. Solo me detenía brevemente para descansar las articulaciones pero seguía el trayecto.
Finalice el recorrido en siete horas. Siete horas en las que no hablé con nadie. Siete horas en las que no me puse audífonos para escuchar un podcast o mi playlist favorita. Siete horas en las que mi única compañía eran mis propios pensamientos. Algo que llamaba mi atención es que no pensaba en cosas que quería hacer o planes a futuro. Al contrario, llegaban a mi cabeza personas que han pasado por mi vida, conversaciones explícitas que ya había tenido con alguien, momentos puntuales de mi vida. Cosas ya vividas. Incluso de forma inconsciente me encontraba respondiendo preguntas a una entrevista ficticia que yo misma me inventaba.
Este viaje me llevó a través de paisajes espectaculares, me recordó apreciar las cosas simples de la vida, pero sobre todo pude conectarme conmigo. He descubierto que caminar me enriquece emocionalmente, me libera la mente, me hace moverme y me reta.
Fue una experiencia agotadora pero emocionante. Finalizar el recorrido de un trayecto que te lleva a las raíces de los montes sagrados de la cultura maorí. Escenarios de fantasía forjados por la naturaleza a lo largo de millones de años donde los colores del paisaje crean un trayecto que merece la pena recorrer, absorbiendo y disfrutando cada detalle de la naturaleza.
Datos básicos
Distancia: 19. 4 kilómetros
Tiempo estimado: 7 a 9 horas.
Grado de dificultad: Intermedio.
Temperatura: Entre 1º y 15º
Punto más alto: 1868 m. The Red Crater.
Transporte recomendado: Tongariro Expeditions.
Punto de inicio: Mangatepopo Car Park.
Punto final: Ketetahi Carpark.
Qué llevar: Suficiente agua, comida o snacks, zapatos cómodos, chaqueta rompeviento, capas de ropa, guantes, linterna y protector solar.
Restricciones: No mascotas, no manejar bicicletas, no volar drones.
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